viernes, noviembre 03, 2006

Jau y Mantet, donde las piedras se convierten en ovejas
(Artículo publicado en el número 12 de la revista Pedalier)

Teníamos pendiente una salida por la Catalunya Norte. Se trata de un territorio muy bien comunicado con Barcelona, al que se llega en tan sólo un par de horas por la autopista A7. Una zona poco conocida pero que es un verdadero paraíso para el cicloturista. Esta vez íbamos a conocer Jau y Mantet, pero las posibilidades son múltiples, basta coger la carretera de Perpignan a Boug Madam - Puigcerdà y mirar a izquierda y derecha.

Estamos en una zona que pertenecía a la corona española hasta el Tratado de los Pirineos (año 1659), con el que se dio por finalizada la guerra entre España y Francia. En dicho tratado se estableció que las comarcas del Rosselló, Vallespir, Conflent y una parte de la Cerdanya pasaban a la corona francesa. Esto explica que muchos lugareños hablen en catalán y que la rotulación de pueblos y calles esté en los dos idiomas, francés y catalán. Estamos en lo que se conoce como la Catalunya Norte.

El recorrido planeado incluye la subida a dos colosos como Col de Jau (1506 metros) y Col de Mantet (1760 metros). En ambos casos subiremos y bajaremos por la misma vertiente puesto que bajar por la cara norte de Col de Jau (hasta Axat) alargaría mucho la salida, que prevé 110 kilómetros. La subida a Col de Jau es en principio más fácil que la que tendremos después. No se trata de un puerto muy duro, aunque sí considerablemente largo, con más de 23 km de ascenso. El plato fuerte lo dejamos para el final, Col de Mantet, con unos últimos 9 km con rampas del 15 y 16%.

Llegando desde Perpignà ya observamos la impresionante mole del macizo del Canigó a nuestra izquierda. Dejamos pues los coches en Prades (Prada de Conflent) y emprendemos nuestra ruta buscando la localidad de Catllà. Al paso por dicho pueblo ya observamos la doble rotulación de todos los pueblos de la zona. En francés y en catalán. Después de pasar por la rotonda que dirige al Col de Roque Jalere, empezamos propiamente la subida a Col de Jau. Los pueblos que atravesamos son pueblos con mucho encanto. En primer lugar pasamos por Molitg Les Bains (Molig Els Banys), un pequeño pueblo con aguas termales. Luego pasamos por Mosset, que también tiene el cartel de “Uno de los pueblos más bellos de Francia”. La ascensión continua sin demasiados sobresaltos y la dureza la pone más el aire que sopla en contra que la propia subida, que mantiene unos porcentajes alrededor del 7%. Coronamos, las fotos y para abajo.

El descenso de Col de Jau por la misma vertiente nos permite a su paso por Mosset una magnífica vista del Canigó, “la montaña sagrada de los catalanes”, según reza el tópico. Este abrupto macizo, que se eleva hasta los 2.784 metros, fue la fuente de inspiración de Mossen Cinto Verdaguer para su poema “Canigó” que supuso el renacimiento de la cultura Catalana. Y también alberga las interesantes abadías de Sant Miquel de Cuxà i Sant Martí Martí del Canigó, ésta última también de alto interés ciclista puesto que, estando en lo alto de un risco, dicen los rumores que para llegar a ella hay que salvar un desnivel de 270 metros en 900 metros de carretera. ¿Quién se atreve a intentarlo?

Una vez en Prades nos dirigimos a Villefranche du Conflent (Vilafranca de Conflent). La carretera va subiendo ligeramente y nos permite divisar en lo alto el turistico castillo de Fort Liberia y cuando llegamos al pueblo podemos ver la impresionante ciudad amurallada y el Museo de la Prehistoria enfrente. Una rotonda anterior nos llevaría a Vernet Les Bains y Casteil (la indicación que deberemos seguir para llegar a Sant Martí del Canigó), pero hay que continuar unos cientos de metros y encontraremos el desvío hacia Py-Mantet.

El principio de la subida discurre al lado del río Rotja. Un par de saltos de agua nos distraen, mientras atravesamos Sahorre y a la espera de la localidad de Py, donde empieza un infierno de 9 kilometros al 8,3%. Aunque llamar infierno a esa carretera que se empina en la montaña, sería una injusticia. Subir por esas laderas sin compartir asfalto con los coches y escuchando el ruido del silencio, casi sería estar en el cielo. La dureza irregular del puerto la sobrellevamos con un desarrollo adecuado.

La cima del puerto aparece de forma inesperada tras una curva a derechas. La carretera continúa unos kilómetros hasta el pueblo de Mantet, pero el trabajo ya está hecho, no vale la pena llegar más allá. Una vez arriba, bajo un tejadillo de madera, y junto a la información que se ofrece del parque natural, encontramos una poesía: “En el col de Mantet, las piedras se convienten en ovejas”, precioso testimonio de un paisaje singular de una zona dedicada a la ganadería.

Desde el Col de Mantet sale una pista a mano izquierda que llevaría hasta la Collada de Roques Blanques (2252 metros), uno de los puertos emblemáticos de la zona, al que se puede llegar en bicicleta de montaña. No obstante, Roques Blanques también sería accesible desde Vernet les Bains y su continuación por Col de Jou (no confundir con Col de Jau). Aunque la vertiente más conocida de Roques Blanques sería la sur, ascendiendo desde Prats de Molló.

En el descenso hacia Vilafranca, reponemos agua en la fuente de Py. Allí, mientras reponemos líquido, hacemos un breve repaso a la historia de Catalunya con un habitante de Py con el que hablamos en catalán. Y nos lanzamos de nuevo para abajo sabiendo un poco más, pero sobre todo, habiendo descubierto la cara norte del Canigó y habiendo disfrutado de un día increíble en los Pirineos. No es que sea recomendable, es que se trata de una obligación para aquellos que amamos la montaña. En nuestro caso, además, el hecho de subir un día laborable, todavía nos hizo disfrutar más de la ascensión, del poco tráfico, e incluso de los animales, únicos espectadores de nuestro esfuerzo.

Hoy el día es más luminoso. Hoy todo es genial. Poder disfrutar de un día de bicicleta como éste es todo un privilegio, el cansancio no se nota y el esfuerzo ha valido la pena.
Imaginaros que incluso el bocadillo que comimos en Prades, repleto de mantequilla (cómo no), nos supo a gloria.

1 comentario:

Jordi dijo...

Hola Claudio,

Estáis fatal! jaja ;-)

Barcelona-Tourmalet??!! Con lo bien que se rueda por la Roca no sé que necesidad hay de ir a pegarse barrigazos por esas carreteras desconocidas. ;-)

Te envié un mail ayer a gmail.

Abrazos,
Il Rodatore