martes, junio 03, 2008

Con el viaducto por testigo

(Publicado en el número 22 de la revista Pedalier)

(Fotografia: Sergi Ros)

Un solo vistazo a una foto del Viaducto de Millau hace imposible no desear verlo en directo, atravesarlo. El viaducto (Le Viaduc, así sin más datos, el viaducto por antonomasia) merece por sí solo una visita, pero si además aprovechamos para conocer un poco más la región de Aveyron y subir algún puerto interesante, pues mucho mejor. Y eso es lo que hicimos.

La etapa que planeó Angel Morales (inmejorable, como siempre!) empezaba por la ascensión a a Causse Noir, escenario de una histórica victoria de Marino Lejarreta en el Tour de 1990, con Miguel Indurain en segunda posición en una de sus primeras demostraciones de fuerza. La subida no es particularmente dura (7,5 km al 6,34 de media), pero nos regala una visión imponente del viaducto desde toda la ascensión. Llegando arriba aprovechamos para coger un desvío hacia Le Puncho d’Agas, que es el pico donde se ubica una gran antena y también una pista de lanzamiento de parapente, con lo que, además de las vistas, espléndidas de nuevo sobre el viaducto, el vértigo está garantizado.

De regreso a la ruta, en lugar de descender toca sube y baja unos kilómetros hasta encarar el descenso hasta las Gorges du Tarn, otro de los puntos turísticos del recorrido. Unos cuantos kilómetros junto al río que aprovechamos para rodar rápido y para apreciar varios túneles naturales que la carretera atraviesa. Numerosas ofertas de deportes de aventura ponen de manifiesto el importante caudal del río Tarn esta primavera. La envidia nos corroe en estos tiempos de escasez de agua.

Llegamos así a La Malene para afrontar el segundo puerto del día, el desconocido col de Rieisse, que hemos incluido en nuestra ruta al estar en la lista del BIG. Pensábamos que sería difícil que este desconocido siquiera pudiera igualar a Causse Noir, pero la verdad es que fue la gran sorpresa del día. Ya desde el puente sobre el Tarn en La Malene se adivinan un montón de curvas de herradura y unos cuantos quitamiedos a modo de balcón sobre el río, pero a medida que vamos ascendiendo, y cuando la dureza lo permite (4 kilómetros al 9,2% de media) las vistas sobre el río y sobre la propia carretera son cada vez más espectaculares. No pretendo gastar energías intentando explicar las panorámicas. Las fotos de Sergi hablan por sí solas. Una imagen de la virgen al principio de la subida da fe del esfuerzo que supone llegar a la cima.

Por tanto otro gran descubrimiento gracias al BIG, que cada vez más se convierte para mí en “1.000 subidas que escalar antes de morir”, parafraseando el título del famoso libro de Patricia Schultz.

Justo en el cartel de Rieisse vemos indicaciones de las famosas grutas de Aven Armand. A pesar de estar tan cerca, no podremos visitarlas, pero queda anotado entre los deberes pendientes descender a más de 50 metros de profundidad en un moderno funicular para descubrir esas cuevas.

Después de coronar, el amigo Angel nos había preparado una sorpresa en forma de duras rampas para llegar a la cota más alta de toda la etapa. Se trata del Mont Buisson, a 975 metros de altitud. Una vez coronado este duro repecho iniciamos un descenso vertiginoso que nos llevará a Le Truel, con unas vistas de nuevo impactantes sobre la propia carretera y sobre el Tarn. La carretera es estrecha, con grava y sin quitamiedo. Sugiere disminuir la marcha y disfrutar del paisaje, aunque los frenos a duras penas resisten la pendiente. Sólo un pinchazo, por una vez bienvenido, permite parar y disfrutar del momento, de la carretera y del silencio.

Una vez de regreso a Millau, 110 kilómetros después, buscamos buenas vistas del viaducto, esta vez desde más cerca. Como mínimo hay 3 Areas de servicio donde poder parar, apreciar el viaducto en toda su grandeza y fotografiarlo. Una de ellas está en la parte norte de la propia Autopista, o sea que aunque vayamos de paso, no hay excusa para no detenerse y admirarlo en todo su esplendor. Otra de las áreas de servicio (la que estaría en la zona sur) tiene su propia tienda de souvenirs y es que el viaducto se ha convertido en una atracción turística en sí mismo. Cómo no.

Una vez hechas las fotos, ya sólo queda recoger y echar un último vistazo. Un día que supone un madrugón y una paliza de coche de 800 km, pero que ha valido la pena. Un día para disfrutar y para hacer Turismo. Para conocer maravillas naturales y artificiales. Sencillamente, para disfrutar del cicloturismo.

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