sábado, octubre 15, 2011

Duatló de Muntanya de Queralbs 2011


Por cuarta vez corría este Duatlón de montaña. Acompañar a amigos nuevos y bajar mi marca personal eran mis objetivos. La experiencia es un grado y este duatlón supone un verdadero estrés la primera vez que lo corres, pero cuando ya llevas tres y además has reconocido el terreno recientementemente y sabes lo que te espera ya te planteas dónde recortar tiempo y algún objetivo más ambicioso.

Algo de material también podía ayudar. En lugar de las Asics Trabuco que ya tenían más años que Matusalén (esa suela cuarteada y lisa ya no tenía anda que ver con una suela de una zapatilla de montaña), las cambié por unas nuevas (y carísimas) Salomon XT Wings. Sólo espero que me duren tantos años como las Asics. Incluso el cordaje de esas nuevas Salomon (curioso sistema de ajuste rápido) iba a ayudar a rebajar el tiempo en las transiciones.

La preparación de este año fue la que se demostró correcta el año pasado: subida tipo duatlon al Matagalls, unas cuantas salidas en bici (Turó de l’Home, Mont Ventoux, Parpaillon, etc.), entrenamiento a pie por Collserola, y además en Agosto subí al Canigó también tipo Duatlon. Por si fuera poco hice un reconocimiento del tramo a pie Fontalba-Fontalba dos semanas antes de la prueba.

Y todo por intentar bajar ni que fuera un segundo el tiempo que había conseguido el año pasado.

Por una vez llegamos algo más pronto a la salida, con tiempo para entregar la bolsa que encontraremos en la transición a la furgoneta de la organización. Ahí puse de todo por si acaso: un montón de comida, de bebida, guantes de frío polar, buffs, manguitos, chubasquero… Los últimos años subí con la mochila a cuestas, con lo que supone el peso adicional, o sea que este año tenía que subir más ligerito y por tanto más rápido. Llegar sobre las 7,30 para entregar la mochila no garantiza salir de los primeros, más bien sobre la mitad o más atrás.

El tramo en bicicleta ya me lo sé de cada año. Durante el primer kilómetro y medio que está asfaltado no me siento (debo ser el único que va de pie) intentando adelantar posiciones. Me encuentro muy bien y no voy a tope. Al llegar arriba veo en mi cronómetro 1:07 en lugar de 1:10 del año pasado. Vamos bien. Me tomo la transición con calma. Quizás demasiada. Como algo, dejo el casco, cojo la gorra, me calzo las Salomon con algo de parsimonia. Cuando empiezo a subir y el aire gélido empieza a soplar me doy cuenta que me he dejado en la bolsa el chubasquero y las gafas de sol. Pues vaya. No voy a volver, está claro.

La subida al Puigmal se me hace especialmente dura sobre todo por el aire que sopla cada vez con más fuerza. A veces me cuesta mantener el equilibrio. Noto que no voy bien, que me duelen los gemelos de ir tan inclinado, que me va pasando mucha gente. Llegando arriba echo en falta las gafas. Llevo el Buff subido hasta los ojos y la gorra calada en permanente peligro de salir volando, pero los ojos al descubierto. Al paso por la cruz el viento sopla al máximo y se me vuela la gorra. Miro atrás y veo que milagrosamente está quieta ahí a 100 metros cuando yo ya la imaginaba en Ribes por lo menos. Como no es mía decido volver a por ella, un minutito y 10 posiciones perdidas. Quién sabe si luego iba a echar en falta ese minuto.

El principio de la bajada está emblanquinado por la nieve que cayó hace unos días. Nada serio, aunque sí algo resbaladizo. La gorra vuelve a volar y el milagro de poder recuperarla vuelve a producirse. Bajando también me pasa gente (no en vano en el tramo a pie quedaré en la posición 197, mientras en la bici había quedado el 179) y solo al descender la pendiente me empiezo a encontrar a gusto y poder correr de una manera más normal! Al paso por el avituallamiento hago un cálculo rápido de lo que me espera i en cuánto puedo terminar y no me salen los números. Me empiezo a comer la cabeza con los cálculos. Cosas que pasan cuando el corazón va a 160 pulsaciones y la cabeza no recibe el riego sanguíneo que debiera...

Por cierto que en el avituallamiento escucho como una de las chicas que da los refrescos le dice a un novato que ya “solo quedan 5 km. basicamente de bajada”. “No le hagas ni puto caso” (me sale del alma), “te queda un tramo durísimo, es horroroso”. Sería por conocerlo bien, pero es en este tramo donde mejor me encuentro de todo el duatlon. Adelanto por lo menos a 15 personas y no me avanza nadie. Cuando llego a la transición vuelvo a calcular y veo que me pueden salir los números y hacer record personal. La transición tampoco es un dechado de rapidez. Habrá que jugarse la vida bajando, je.

La bajada la hago más rápido que otros años, sin tocar en freno en las rectas y jugándome un pinchazo en cualquier momento. Rezo para que no pase. En algunas curvas cerradas hay que apurar, pero las negocio sin demasiados problemas excepto una ya asfaltada al final, en la que casi ve voy contra la pared. Un aviso de lo que me sucedería más tarde.

No quiero ni mirar el reloj hasta que pase la linea de meta, aunque sé que puedo estar cerca de los 3:56:35 del año pasado. En el cronometro me marca 3:56 pero de los segundos no estoy seguro porque entre la salida real y mi paso por la salida pasaron bastantes segundos, aunque ahí no había alfombrilla... Tendré que esperar a media tarde a consultar las clasificaciones por Internet y darme cuenta que por 12 miserables segundos no fui capaz de superarme. He hecho 3:56:47. Mierda. Si no hubiera sido por el aire, por la gorra, por lo lento que fui en la transición, por, por, por....

Acabo y voy a buscar el coche, ya ha terminado todo. ¿Terminado? No. Bajando por la carretera de Queralbs a Ribes voy bajando fuertecito y en una de las curvas a izquierdas veo que no llego para plegarme, freno a tope y la bici se me va de atrás. El resultado es que me voy contra el murete, golpeo en él y salgo disparado hacia el bosquecillo que hay más abajo. Estoy volando. Ay, ay, ay, pienso en esos momentos. En seguida noto que golpeo con mi espalda en algunas ramas y todo pasa muy rápido. En décimas de segundo estoy sentado en el suelo con sangre en las manos y gente unos 5 metros arriba preguntando si les puedo oir y si estoy bien. Al final, un buen susto, pero nada de nada. Tras un breve paso por la ambulancia (betadine aquí, betadine allá) llego a tiempo de ver la entrega de trofeos donde debería haber estado mi compi Asun, tercera en su categoría. Felicidades, crack!

En fin, no se puede decir que fuera el mejor de mis cumpleaños (sí, era el día de mi cumple!), pero tampoco me puedo quejar. Es más, por primera vez, solo terminar tengo la convicción de que el año que viene volveré. Otros años tiene que pasar un poco de tiempo y que me empiece a olvidar del sufrimiento agónico subiendo el Puigmal, pero este año ya tengo claro que en el 2012 volveré para bajar mi tiempo. Sé que lo puedo hacer.

1 comentario:

Asun dijo...

Fue duro realmente la subida al Puigmal, el viento tenía mucha fuerza. Hubieras bajado el tiempo no hay duda. Muchísimas gracias por recuperar la gorra, le tengo mucho cariño.