viernes, abril 17, 2015

Tailandia, un mundo diferente

Ciclismo en Tailandia
En el Triángulo de Oro
Un viaje a Tailandia es mucho más que ciclismo. Mis artículos suelen tener un único objetivo, sembrar una semilla de ilusión en quien los lee y que un día pedalees donde yo lo hice. Esto es especialmente así en un viaje como éste. Yo nunca había ido tan lejos. Nunca me había sentido tan distante de donde nací. No por los 10.000 kilometros, sino por las diferencias tan abismales entre nuestra cultura y la de allá.

Chiang Mai, Chiang Rai, Doi Mae Salong, El Triángulo de Oro, el Mekong, Kanchanaburi, Chatuchak, Ayyutayah, Sukothai... Son nombres que, con sólo oirlos, nos prometen aventuras, descubrimientos, vida. Budas gigantescos en las montañas me atraían desde hace tiempo como un imán. Me sugieren paz, exotismo, diferencias. Hay viajes que marcan, más allá de la bicicleta, y éste es uno de ellos.

Tailandia lo tiene todo: buen clima, precios económicos, historia antigua, restos arqueológicos, gente trabajadora y amable. No es únicamente sol y playa. De eso ya tenemos por aquí. Se trata de un país muy montañoso en el norte con subidas que harían las delicias de cualquier escalador europeo. Tailandia es en la actualidad el décimo país del mundo que recibe más turistas. Ya sabéis, ese ranking que encabeza nuestra vecina Francia y donde España aparece en tercera posición, tras EEUU.

Leí en alguna revista australiana que Chiang Mai se convertirá con el tiempo en la Girona asiática. Buen clima garantizado todo el año, terreno duro para dar y regalar, buenas carreteras, paisajes espectaculares. Una localización ideal para los profesionales del ciclismo, donde entrenar con buena temperatura mientras el frío aprieta en el norte de Europa o en Norteamérica.

Para llegar a Tailandia nos esperan dieciocho horas de viaje (contando una rapidísima escala en Moscú) que sumadas a las seis horas de cambio horario completan un día entero de traslado. Un día y ya estamos en Bangkok, la capital tailandesa.

1er día: Regreso al verano.
Ciclismo en Tailandia
¿Qué coño pone aquí?
Dejo la península ibérica con el frío de enero. Puro invierno. Llego a Bangkok con más de 30 grados. Regreso al verano. Esta es la mejor época para viajar a Tailandia, en invierno, la estación seca. Desde abril hasta julio tienen el verano, con más calor todavía, y de Agosto a Noviembre la estación de lluvias, donde recogen agua para todo el año, con lluvias diarias aunque no significa que sean permanentes. Una vez en Bangkok, de nuevo a coger el avión hacia el norte del país, destino Chiang Mai, la segunda ciudad más poblada de Tailandia después de la gigantesca Bangkok, con más de 12 millones de habitantes.

El menú ciclista de la primera etapa (jet lag y cansancio del viaje incluido) transcurría por el clásico bucle de Samoeng. Una ruta desde Chiang Mai, circular, preciosa y muy dura que tiene su punto culminante en el bosque de Samoeng. Para llegar ahí nos enfrentamos a una subida larguísima que sube a repechones. No me extraña que la bici que he alquilado venga con un 34-32. Es terreno para ponerlo durante bastantes kilómetros. Una vez de regreso a Chiang Mai, con más de 100 km en las piernas, me quedo con las ganas de subir a Doi Suthep, la subida más cercana a Chiang Mai. Pero el estado de forma en el mes de Enero no es lo suficientemente bueno como para incluir también esta subida en el programa. Doi Suthep queda con Doi Inthanon (la montaña más alta de Tailanda, a no demasiados kilómetros de Chiang Mai) en la libreta de subidas pendientes.

2º día: Buenas carreteras... pero por la izquierda.
Las comunicaciones en Tailandia son... diferentes. Los tópicos hablan de las motos con tres ocupantes o más y sin casco y de los tuk tuk. Es un viaje en el que alquilar un coche resulta complicado por el lenguaje y por la conducción de los tailandeses. Lo de menos es que circulen por la izquierda, a eso uno se acostumbra rápido. El tráfico en Bangkok es absolutamente caótico, pero en el norte no tengo la sensación de que sea especialmente difícil. Las carreteras por las que circulamos se hallan perfectamente asfaltadas y solo algunos tramos están en obras, como ocurre en cualquier lado.

La etapa que nos esperaba el segundo día salía desde Tambon Mae Chedi, una localidad muy turística con aguas termales y géisers. Cabe destacar que el turismo predominante en Tailandia es el turismo chino, un turismo que por cierto no es demasiado del agrado de los tailandeses. De la misma manera que nosotros sufrimos la colonización de los americanos, ellos sufren la colonización de los chinos... El lugar de destino de esa etapa, después de recorrer 81 km fue Phayao, un pueblecito precioso junto a un lago, pero sin excesivo turismo. En el trayecto, nos detuvimos a ver las cascadas de Tan Tong, una de tantas que podemos admirar en Tailandia, aunque con poca agua al encontrarnos en esta época del año en la estación seca.

Avituallamiento tailandés
3er día: Avituallamientos con “sticky rice”
El tailandés es un pueblo en el que la comida está siempre presente. Son incontables los restaurantes callejeros donde uno puede comer por unos precios irrisorios un plato de fideos de arroz o fideos de judías, con bolas de carne o de marisco, o el típico arroz, base de la gastronomía tailandesa. Incluso en los poblados más pequeños encontramos sitios donde comer, tenderetes donde comprar fruta, pinchos de pollo o de cerdo, pequeñas tiendas donde poder comprar agua embotellada (allí ni los locales beben agua del grifo). La única precaución con la comida es que no pongan picante puesto que ellos están muy acostumbrados pero no todos somos capaces de soportarlo.

Nuestra etapa de hoy será Phayao-Templo Blanco-Chiang Rai. Sin excesivas complicaciones orográficas, pero una etapa larga que el calor hace dura. Afortunadamente tenemos nuestra furgoneta de seguimiento con unos avituallamientos muy especiales: nada de barritas energéticas, sino comida tailandesa recién comprada en el mercado a base de arroz, leche de coco y fruta. A destacar el sticky rice (arroz pegado) que los tailandeses usan como el pan. El arroz es la base de la comida tailandesa: abundante, barato y energético.

Ciclismo en Tailandia
En el Templo Blanco
Durante la etapa pasamos junto a dos de esos puntos que son de parada obligada, el Gran Buda Chino (donde precisamente se estaba celebrando una carrera de BTT, hay que decir que sin demasiada participación) y el Templo Blanco (Wat Rong Khun), un templo contemporáneo no convencional Budista e Hinduista, diseñado por Don Chalermchai Kositpipat cuya construcción empezó en 1997 y está todavía inacabada, lo que no es óbice para que sea lugar de peregrinaje de turistas.

El mercado nocturno de Chiang Rai cerró el día y es una de esas cosas que no se olvidan fácilmente. Un mercado nocturno, con música en directo, con todo lo que puedas imaginar en un mercado callejero asiático.

4º día. Buda y el Rey, intocables.
Son los dos grandes referentes para el pueblo tailandés. El Budismo es la religión mayoritaria en un 95% y su lema es “Sanuk, Sabai y Saduak” que traducida significa ” sé feliz, permanece sereno, conténtate con aquello que la vida te ofrece”. Circular por las carreteras tailandesas es sinónimo de pasar junto a gigantescas imágenes de Buda y templos dedicados a él. Entrar en un templo budista, siempre abierto a todo el mundo, significa descalzarse y rezar en cualquier momento de cualquier día, no tiene por qué ser domingo. Los monjes budistas, ataviados con cabezas rapadas y sus escuetos vestidos de color azafrán, forman parte del paisaje urbano y rural en todo el país.

Ciclismo en Tailandia
Doi Tung, vistas espectaculares
En cuanto a la monarquía, el Rey de Tailandia (Rama IX, Bhumibol Adulyadej) es venerado por su pueblo. Fue proclamado rey el año 1946, y hoy, ya con 81 años, y con un delicado estado de salud sigue siendo la gran referencia de un país que honra la monarquía y que no permite la más mínima falta de respeto a su rey. Lamentablemente, su hijo el príncipe no goza de la misma reputación que el Rey.
La etapa de hoy es Chiang Rai-Doi Tung. Una etapa principalmente llana en la que de nuevo nos acompañará el buen tiempo y que destacaría por los inmensos campos de arroz que atravesamos mientras nos acercábamos a Mae Sai con la montaña de Doi Tung presidiendo los campos (una montaña curiosísima que vista desde el valle parece una mujer embarazada)

Doi Tung es una residencia vacacional de los Reyes de Tailandia, un lugar que ha servido para dinamizar el turismo en la zona y al mismo tiempo para apartar el tradicional negocio del norte de Tailandia: el cultivo del Opio.

5º día La eterna sonrisa.
Tailandia es un pueblo amable y sonriente. En ningún momento te sientes amenazado ni inseguro. Es un país que sabe que depende del turismo y sabe tratar a sus visitantes. Uno no percibe una extrema pobreza, percibe un pueblo humilde, pero con una buena educación. Todos los niños van uniformados, ves a los niños de los colegios realizando actividades, visitando templos...

Un puesto de fruta en un pueblo remoto
En el recorrido que hicimos en esta etapa, desde Mae Sai hasta Chiang Kong, con 105 km, nos detuvimos a hacer una foto con el gran Buda dorado del “Golden Triangle”, el Triángulo de Oro. Impresionante escultura ante la que es imposible no retratarse. Mi foto con la bicicleta a los pies del gran Buda dorado es uno de mis recuerdos preferidos de todo el viaje a Tailandia.
Tras una etapa principalmente llana siguiendo el río Mekong llegamos al pueblo fronterizo de Chiang Kong. Estamos en la frontera con Birmania y muy cerca de la frontera con Laos. Se trata del triángulo de Oro, famoso hace unos años por el cultivo y tráfico de Opio y una zona que estaba en manos de los traficantes de esta hierba. Hoy, después de una decidida apuesta por el turismo eso ya ha quedado atrás.

6º día Precauciones en un país remoto.
Viajar a Tailandia supone una serie de precauciones. Hay que vacunarse de las fiebres tifoideas, de la Hepatitis B y C, de la rabia (numerosos perros de nula vacunación sueltos en las aldeas) y del tétanos. A nivel sanitario es importante atenerse a las recomendaciones alimenticias de los médicos para evitar problemas como el que tuvo uno de nuestros acompañantes, con colitis y deshidratación. Mejor si evitamos comprobar cómo funciona el sistema sanitario tailandés. Ninguna queja, por cierto.

Posiblemente la sexta etapa de este día fue la etapa más exigente de todo el recorrido y es la que nos llevó desde Chiang Kong hasta Chiang Kham. 135 kilómetros muy exigentes. Quisiera poder deciros que montañas subimos pero el terreno era tan agreste, tan desconocido, tan solitario, que ni siquiera en Strava hay segmentos con el nombre de las subidas. Terribles rampas en las que apenas conseguíamos avanzar se sucedían. Muchos kilómetros ascendiendo a media ladera de unas montañas muy verdes con unas impresionantes vistas sobre el valle. Perdidos en medio de la nada con aldeas minúsculas que aparecen en medio de la montaña. Finalizamos la etapa en un hotel rural idílico junto a una cascada en otro paraje remoto. Otra experiencia para recordar.

7º día El dedo que toca el cielo
Ciclismo en Tailandia
Phu Chi Fa, mítico
El último día de bicicleta suponía uno de los retos más importantes, la subida a Phu Chi Fa, que significa “El dedo que toca el cielo”. Una montaña con una forma muy singular justo en la frontera con Laos, destino de numerosos turistas que se acercan a este recóndito lugar en autocares para observar la salida o la puesta de sol, ya que la panorámica que ofrece es sencillamente inigualable. Phu Chi Fa es una de esas subidas larguísimas a través de carreteras solitarias que merece ser disfrutada en la medida que se puede disfrutar un puerto de más de 30 kilómetros con un final muy muy exigente. Nulo tráfico, aldeas perdidas en medio de la montaña, magnífica panorámica... Otro día para disfrutar de un ciclismo diferente.

Tras finalizar estos días de ciclismo, cómo no, hay que probar el masaje tailandés, otro de los tópicos. Recibir un masaje tailandés, más allá de los prejuicios, es algo que nadie debería evitar en un viaje a Tailandia, una experiencia terapéutica y placentera ( ¿o no tanto?). El masaje tailandés es la expresión más antigua de la medicina en Tailandia, y se considera la experiencia curativa por excelencia.

Después de 7 días de cicloturismo total por el Norte de Tailandia las vacaciones aún dan tiempo para muchas más cosas. También sobre la bicicleta aunque de manera diferente. Visitar los magníficos templos de Ayutthaya, antigua capital del Reino de Siam, destruidos y quemados por los Birmanos en el siglo XIII, es un viaje al pasado donde uno imagina el esplendor del antiguo imperio. Circular en bicicleta por Ayutthaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, visitar todos sus templos, los impresionantes Wat Phra Sri Sanphet y Wat Chai Watthanaram, es una experiencia para recordar. Y después, llegar hasta el mercado flotante de Ayutthaya.
Ciclismo en Tailandia
Pedaleando en Bagkok con Spice Roads
Bangkok es inmensa, caótica, de contrastes, en un atasco permanente. Describirla en un párrafo es imposible, pero la experiencia, de nuevo, de descubrirla en bicicleta, hace de Bangkok una ciudad más cercana. Se puede cruzar en barca el Chao Phraya y pedalear por la jungla de Bang Kra Jao, una zona que no ha sido todavía explotada y sobreocupada como la mayoría de zonas de la capital. Entrar un domingo en el mercado de Jatujak (el mercado al aire libre más grande de toda Asia) es otra experiencia sociológica que nadie que visite Tailandia debería perderse.

Pasamos unos días también en Kanchanaburi, donde el famoso “Puente sobre el río Kwai”, una parte importante de la historia de la segunda guerra mundial que fue retratada en la famosa película de David Lean en 1957. Kanchanaburi también ofrece la posibilidad de visitar el Tiger Temple o de montar en elefante.

Todo lo que prometía un viaje como éste se queda corto ante lo vivido. Uno vuelve enamorado del país y de su gente. Esta vez la bicicleta no ha sido el objetivo principal del viaje, ha sido un medio para conocer lugares que de otra forma no habría podido descubrir. Gracias a la bicicleta he llegado a lugares recónditos y remotos.

No hay mejor manera de conocer un país que montado sobre una bicicleta.